Confianza en la Vida Eterna

 

 

Mañana, 16 de junio de 2022

 

 

“Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.”— Juan 10:28
El cristiano nunca debe pensar o hablar a la ligera de la incredulidad. Para un hijo de Dios desconfiar de su amor, de su verdad, de su fidelidad, debe desagradarle mucho.
¿Cómo podemos entristecerlo al dudar de su gracia sustentadora? ¡Cristiano! es contrario a todas las promesas de la preciosa Palabra de Dios de que alguna vez seas olvidado o dejado para que perezcas.
Si pudiera ser así, ¿cómo podría ser verdadero aquel que dijo: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para no tener compasión del hijo de su vientre? Sí, pueden olvidar, pero yo nunca te olvidaré”.
¿Cuál fue el valor de esa promesa? “Los montes se moverán, y los collados se moverán; mas mi misericordia no se apartará de ti, ni el pacto de mi paz será quebrantado, dice Jehová que tiene misericordia de ti.”
¿Dónde estaba la verdad de las palabras de Cristo: “Yo doy a mis ovejas vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las dio, es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”
¿Dónde estaban las doctrinas de la gracia? Todos serían refutados si un hijo de Dios pereciera.
¿Dónde estaría la veracidad de Dios, su honor, su poder, su gracia, su pacto, su juramento, si alguno de aquellos por quienes Cristo murió, y que han puesto su confianza en él, fuera desechado?
Destierra esos temores incrédulos que tanto deshonran a Dios. Levántate, sacúdete del polvo, y vístete tus hermosas vestiduras. Recuerda que es pecado dudar de su Palabra en la que te ha prometido que nunca perecerás.
Deja que la vida eterna dentro de ti se exprese en confiado regocijo.
     “El evangelio sostiene mi espíritu:       Un Dios fiel e inmutable pone los cimientos de mi esperanza,en juramentos, promesas y sangre”.

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