Deleitate en Dios

Mañana, 14 de junio de 2022
“Deléitate también en Jehová; y él te concederá las peticiones de tu corazón.”— Salmo 37:4
La enseñanza de estas palabras debe parecer muy sorprendente para aquellos que son ajenos a la piedad vital, pero para el creyente sincero es solo la inculcación de una verdad reconocida.
La vida del creyente se describe aquí como un deleite en Dios, y así se nos certifica el gran hecho de que la verdadera religión rebosa de felicidad y gozo. Las personas impías y los meros profesantes nunca consideran la religión como algo alegre; para ellos es servicio, deber o necesidad, pero nunca placer o deleite.
Si atienden a la religión, es porque pueden ganar con ella, o porque no se atreven a hacer otra cosa. El pensamiento del deleite en la religión es tan extraño para la mayoría de los hombres, que no hay dos palabras en su idioma que estén más separadas que “santidad” y “deleite”.
Pero los creyentes que conocen a Cristo, entienden que el deleite y la fe están tan benditamente unidos, que las puertas del infierno no pueden prevalecer para separarlos. Los que aman a Dios con todo su corazón, encuentran que sus caminos son caminos agradables, y todas sus veredas paz.
Tantas alegrías, tan desbordantes delicias, tan desbordantes bienaventuranzas, descubren los santos en su Señor, que lejos de servirle por costumbre, le seguirían aunque todo el mundo desechara su nombre como malo.
No tememos a Dios por ninguna compulsión; nuestra fe no es una traba, nuestra profesión no es una esclavitud, no somos arrastrados a la santidad ni impulsados ​​al deber. No, nuestra piedad es nuestro placer, nuestra esperanza es nuestra felicidad, nuestro deber es nuestro deleite.
El deleite y la verdadera religión son tan aliados como la raíz y la flor; tan indivisible como la verdad y la certeza; son, de hecho, dos joyas preciosas que brillan una al lado de la otra en un marco de oro.
 
     “Es cuando saboreamos tu amor,
       Nuestras alegrías crecen divinamente,
     Indecibles como los de arriba,
       Y el cielo comienza abajo”.

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