La Llave
Tarde, 15 de junio de 2022
“Y escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia; Estas cosas dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra; y cierra, y nadie abre;”—Apocalipsis 3:7
Jesús es el guardián de las puertas del paraíso y ante cada alma creyente pone una puerta abierta, que ningún hombre o demonio podrá cerrar contra ella. Qué gozo será descubrir que la fe en él es la llave de oro de las puertas eternas.
Alma mía, ¿llevas esta llave en tu seno, o estás confiando en alguna ganzúa engañosa, que al fin te fallará? Escucha esta parábola del predicador y recuérdala.
El gran Rey ha hecho un banquete, y ha proclamado a todo el mundo que nadie entrará sino aquellos que traigan consigo la flor más hermosa que florece. Los espíritus de los hombres avanzan hasta la puerta por millares, y traen cada uno la flor que estima la reina del jardín; pero en multitudes son expulsados de la presencia real y no entran en los salones festivos.
Algunos llevan en sus manos la mortífera belladona de la superstición, o las ostentosas amapolas de Roma, o la cicuta de la justicia propia, pero estos no son queridos por el Rey, los portadores están excluidos de las puertas del cielo.
Alma mía, ¿has recogido la rosa de Sarón? ¿Llevas constantemente el lirio de los valles en tu pecho? Si es así, cuando llegues a las puertas del cielo sabrás su valor, porque sólo tienes que mostrar esta flor escogida, y el Portero te abrirá: ni por un momento te negará la entrada, porque esa rosa la puerta abre siempre.
Encontrarás tu camino con la rosa de Sarón en tu mano hasta el trono de Dios mismo, porque el cielo mismo no posee nada que supere su radiante belleza, y de todas las flores que florecen en el paraíso no hay ninguna que pueda rivalizar con el lirio de el valle.
Alma mía, toma la rosa roja sangre del Calvario en tu mano por la fe, por amor llévala, por la comunión presérvala, por la vigilancia diaria hazla tuya en todo, y serás bendecida más allá de toda dicha, feliz más allá de un sueño. Jesús, sé mío para siempre, mi Dios, mi cielo, mi todo.
“La rosa de sarón o sharon es muy conocida por su flor que tiene grandes pétalos blancos, rosados y azules. El nombre científico de su especie es Hibiscus syriacus y es cultivada como una flor ornamental en todo el mundo. También se le conoce como rosa de Siria, suspiro, altea, granado blanco, malvavisco arbóreo o malva real de Sevilla.
La planta de la rosa de sarón es un arbusto que puede llegar a medir hasta 12 pies de alto y 10 pies de ancho. Las semillas son como unos granos de arena y son capaces de sobrevivir décadas en el desierto. Al primer signo de agua, brotan.
La rosa de sarón es miembro de la familia de la malva, que es diferente a las rosáceas. Según los relatos en la Biblia, Sarón es una llanura fértil que fue tierra para el cultivo y pastoreo después de ser un desierto árido y seco.
Se dice que la rosa de sarón y el Lirio de los valles lograron florecer entre las dunas de arena, por lo que les da parte de su significado: sobreviviente ante las adversidades. Por otra parte, la rosa de sarón crece en Israel y en la Biblia se le interpreta como la figura de Jesucristo. Una referencia de ella se encuentra en Cantares 2:1 de la Biblia: “Yo soy la rosa de Sharón, el lirio de los valles”.
La rosa de sarón florece de una forma maravillosa y aunque desprenda de su tallo es capaz de continuar con vida. En caso de ser cortada esta puede adherirse a él una vez más de la misma parte donde fue sacada, es por eso que se dice que revive, por lo que en la creencia cristiana se le vincula con Jesucristo.
Si se busca en wikipedia la rosa de sarón encontrarás que es una planta que tiene origen en Asia. Generalmente son cultivadas en los lugares donde el verano es muy cálido debido a sus atractivas flores. En sí cada flor tiene una vida corta, que puede ser un día, pero debido a que la planta se produce muchas veces, siempre se podrán ver varias flores.
El momento ideal de su floración es desde primavera hasta otoño. Es tanta su belleza que es la flor nacional de Corea del Sur, y aparece en diferentes emblemas de ese país. Incluso, en el himno de Corea se le compara al país con la flor…”