Oración: Ayúdame Señor
Mañana, 17 de junio de 2022
“Al Músico principal sobre Seminit, Salmo de David. Socorro, SEÑOR; porque el hombre piadoso cesa; porque los fieles faltan entre los hijos de los hombres.”—Salmo 12:1
La oración en sí es notable, porque es breve, pero oportuna, sentenciosa y sugestiva. David lamentó la escasez de hombres fieles y, por lo tanto, elevó su corazón en súplica: cuando la criatura falló, voló hacia el Creador.
Evidentemente sintió su propia debilidad, o no habría pedido ayuda a gritos; pero al mismo tiempo tenía la intención de esforzarse honestamente por la causa de la verdad, porque la palabra “ayuda” es inaplicable donde nosotros mismos no hacemos nada.
Hay mucho de franqueza, claridad de percepción y claridad de expresión en esta petición de dos palabras; mucho más, de hecho, que en las largas efusiones divagantes de ciertos profesores.
El salmista corre directamente hacia su Dios, con una oración bien meditada; sabe lo que busca y dónde buscarlo. Señor, enséñanos a orar de la misma manera bendita.
Las ocasiones para el uso de esta oración son frecuentes. En las aflicciones providenciales, cuán adecuado es para los creyentes probados que encuentran que todos los ayudantes les fallan.
Los estudiantes, en dificultades doctrinales, a menudo pueden obtener ayuda elevando este grito de “Auxilio, Señor”, al Espíritu Santo, el gran Maestro. Los guerreros espirituales en conflictos internos pueden enviar refuerzos al trono, y esto será un modelo para su pedido.
Los obreros en labor celestial pueden así obtener gracia en tiempo de necesidad. Los pecadores que buscan, en dudas y alarmas, pueden ofrecer la misma súplica de peso; en efecto, en todos estos casos, tiempos y lugares, esto servirá al turno de las almas necesitadas.
“Ayúdame, Señor”, nos conviene vivir y morir, sufrir o trabajar, regocijarnos o afligirnos. En él se encuentra nuestra ayuda, no tardemos en clamar a él.
La respuesta a la oración es segura, si se ofrece con sinceridad a través de Jesús. El carácter del Señor nos asegura que no dejará a su pueblo; su relación de Padre y Esposo nos garantiza su ayuda; su don de Jesús es prenda de todo bien; y su promesa segura es: “No temas, yo te ayudaré”.