Yo sé a quién he creído
Mañana, 25 de junio de 2022
“Oh Sión, que traes buenas nuevas, sube al monte alto; Oh Jerusalén, que traes buenas nuevas, levanta tu voz con fuerza; levántalo, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡He aquí vuestro Dios!”—Isaías 40:9
Nuestro conocimiento de Cristo es algo así como escalar una de nuestras montañas galesas. Cuando estás en la base, ves muy poco: la montaña en sí parece ser la mitad de alta de lo que realmente es.
Confinado en un pequeño valle, apenas descubres nada más que los arroyos ondulantes que descienden hacia el arroyo al pie de la montaña. Suba el primer montículo ascendente y el valle se alarga y se ensancha bajo sus pies.
Sube más y verás el campo a cuatro o cinco millas a la redonda, y te deleitarás con la perspectiva cada vez mayor. Monte quieto, y la escena se agranda; hasta que por fin, cuando estás en la cima y miras hacia el este, el oeste, el norte y el sur, ves casi toda Inglaterra delante de ti.
Allá hay un bosque en algún condado distante, quizás a doscientas millas de distancia, y aquí el mar, y allá un río brillante y las chimeneas humeantes de un pueblo industrial, o los mástiles de los barcos en un puerto ocupado. Todas estas cosas te agradan y te deleitan, y dices: “No podría haber imaginado que se podía ver tanto a esta altura”.
Ahora bien, la vida cristiana es del mismo orden. Cuando creemos en Cristo por primera vez, vemos muy poco de él. Cuanto más subimos, más descubrimos de sus bellezas.
Pero, ¿quién ha ganado alguna vez la cumbre? ¿Quién ha conocido todas las alturas y profundidades del amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento?
Pablo, cuando envejeció, sentado, canoso, temblando en un calabozo en Roma, pudo decir con mayor énfasis que nosotros: “Yo sé a quién he creído”, porque cada experiencia había sido como escalar una colina, cada prueba había sido como ascender otra cumbre, y su muerte parecía como ganar la cumbre de la montaña, desde la cual podía ver toda la fidelidad y el amor de aquel a quien había encomendado su alma.
Sube, querido amigo, a la alta montaña.